El embrague es un dispositivo que permite transmitir o desacoplar la potencia entre el motor y el sistema de transmisión para posibilitar una transición suave y progresiva durante el cambio de marcha, protegiendo tanto la caja de cambios como el propio motor.
Teniendo en cuenta su función, es evidente que se trata de una parte del vehículo sometida a numerosos esfuerzos y que, por lo tanto, es fundamental realizar un correcto mantenimiento preventivo para evitar su desgaste prematuro, cosa que pasa por purgar el embrague cada cierto tiempo.
Tipos de embrague
Aunque los embragues pueden clasificarse según distintos factores, la forma más común de hacerlo es según el tipo de mando:
- Embrague de fricción. En esta clase de embrague, el giro de volante motor se acopla y desacopla de la caja de cambios gracias a un disco de fricción solidario al eje primario de la transmisión. Este disco es oprimido contra el volante motor gracias a un plato opresor accionado por muelles (a través de un cable) o bien a través de un accionamiento hidráulico.
- Embrague hidráulico. En este tipo de embrague, el movimiento giratorio del motor acciona una bomba y el fluido hidráulico de esta bomba circula haciendo girar una turbina acoplada a la caja de cambios. Es una clase de embrague común en vehículos de transmisión automática por convertidor de par y en vehículos industriales.
- Embrague electromagnético. Este otro tipo de embrague permite la transmisión de potencia entre el motor y la caja de cambios gracias al efecto de un campo electromagnético. Es un embrague poco común en vehículos convencionales por su elevado coste, pero puede encontrarse con más frecuencia en maquinaria industrial pesada.
¿Por qué y cómo purgar el embrague?
Purgar el embrague es una tarea de mantenimiento fundamental si este utiliza un sistema hidráulico.
En un sistema hidráulico, el líquido de frenos fluye a lo largo de un circuito cerrado y la existencia de aire ocluido en su interior no solo implica una alteración durante el funcionamiento, si no que puede precipitar una avería en otras partes interrelacionadas.
Un sistema de embrague que requiera ser purgado puede manifestar los siguientes síntomas:
- Cambio en el recorrido del pedal
- Dificultad para desacoplar el embrague
- Sensación de imprecisión en el tacto del pedal
Ante estas evidencias o tras la sustitución de cualquier componente relacionado con la hermeticidad del circuito hidráulico, se debe purgar el embrague siguiendo las indicaciones del fabricante.
El método de purga puede ser manual, pero el técnico de taller también puede hacer uso de un equipo de purga.
Generalmente, para purgar el embrague de manera manual se siguen los siguientes pasos:
- Comprobar que el nivel de líquido de frenos sea el recomendado (el embrague, normalmente, utiliza el mismo líquido que los frenos y lo toma del mismo depósito que este sistema).
- Pisar el pedal de embrague hasta el final de su recorrido (es posible que, para llegar al fondo del pedal, se deba apretar varias veces, suavemente).
- Retirar la caperuza guardapolvo y acoplar el tubo flexible de un depósito colector apropiado para líquido de frenos a la válvula de purga (hay que tener en cuenta que el líquido de frenos tiene efectos abrasivos sobre esmaltes y pinturas. Además, puede ocasionar lesiones al entrar en contacto con piel y ojos, por lo que es fundamental contar con las protecciones adecuadas).
- Abrir la válvula de purga de aire y mantener el pedal de embrague apretado.
- Cerrar la válvula de purga de aire.
- Soltar lentamente el pedal de embrague.
- Repetir este proceso hasta que la purga esté completa y al abrir el purgador no se aprecie la expulsión de aire.
- Durante el purgado del embrague, y en función de la cantidad de líquido que se expulse, se debe ir rellenando el depósito de líquido de frenos.
- Atornillar firmemente la válvula de purga con el par de apriete requerido por el fabricante y montar la caperuza guardapolvo.
- Comprobar el accionamiento del embrague y la estanqueidad del sistema.
En cambio, para purgar el embrague usando un equipo especializado para tal fin, generalmente se siguen estos pasos:
- Desenroscar la tapa del depósito del sistema de líquido de frenos.
- Acoplar el equipo de purga al depósito de ese sistema y conectarlo.
- Retirar la caperuza guardapolvo y acoplar el tubo flexible de un depósito colector apropiado para líquido de frenos a la válvula de purga. Algunos equipos de purga incluyen una unidad de vacío para equilibrar el nivel del líquido durante el proceso.
- Abrir y cerrar la válvula de purga hasta que el líquido de frenos salga exento de burbujas e impurezas.
- Atornillar firmemente la válvula de purga con el par de apriete requerido por el fabricante y montar la caperuza guardapolvo.
- Desconectar el aparato para cambio del líquido de frenos y desacoplarlo.
- Comprobar el nivel del líquido de frenos y corregirlo si es necesario.
- Comprobar el accionamiento del embrague y la estanqueidad del sistema.
Conclusión y recomendación
La sustitución del embrague de un vehículo es una intervención de taller que supone una inversión importante por parte del usuario. Por ello, es fundamental cumplir con un mantenimiento adecuado del mismo.
Así, es importante percibir las desviaciones en el funcionamiento del embrague, por leves que sean, para poder prevenir una avería a tiempo. Además, la purga del embrague es una actuación importante para alargar la vida útil del mismo y es fundamental tras cada sustitución del líquido de frenos, que suele realizarse cada 30.000 o 40.000 km, o bien cada dos años.