La combustión de un motor genera una importante emisión de gases nocivos a la atmósfera. Al margen de los vapores generados por el combustible o los aceites, la ignición es la responsable de la expulsión de estos gases. Entre ellos se encuentran el monóxido y el dióxido de carbono, los hidrocarburos, los benzopirenos y los óxidos de azufre o de nitrógeno. Para minimizar este problema, los coches actuales incorporan distintos tipos de sistema de reducción de emisiones contaminantes.
De hecho, estos sistemas de reducción de emisiones son indispensables hoy en día. Ya que, gracias a la regulación europea existente, hay unos límites en las emisiones nocivas expulsadas por los vehículos. Cualquier modelo que no cumpla con el objetivo fijado no puede ser comercializado en Europa. ¿Quieres saber más?
¿Qué tipos de sistema de reducción de emisiones existen?
La normativa europea demanda a las marcas automovilísticas un desarrollo tecnológico constante y riguroso. ¿El objetivo? Garantizar que los nuevos modelos sean cada vez más respetuosos con el medio ambiente. En este sentido, se han desarrollado tecnologías que han conseguido adecuar el nivel de emisiones de los motores a la normativa. Una normativa que cada vez resulta más exigente.
Los principales sistemas de reducción de emisiones son los siguientes:
- Filtrado de los gases del combustible.
Existe un filtro que neutraliza los vapores del combustible. Si este no es capaz de asumir el volumen de gases del tanque, los evacúa hacia el motor para que sean quemados. - Recirculación de los gases del cigüeñal.
En el caso del cigüeñal, el aceite también produce gases nocivos que son recirculados hacia los cilindros para ser quemados. - Bomba de alta presión.
Este sistema de reducción de emisiones permite comprimir el combustible, manteniéndolo a una presión continua, para que los inyectores lo pulvericen en los cilindros. Así, se reduce considerablemente el consumo de combustible y, por consiguiente, la expulsión de contaminación. - Bujías de precalentamiento.
Estos dispositivos precalientan la cámara de combustión en el momento del arranque y facilitan la puesta en marcha del motor en frío. Esto lleva a un menor consumo de combustible y a la minimización de las emisiones nocivas. - Recirculación de gases de escape (EGR).
La EGR es una válvula que regula la recirculación de los gases de escape hacia el colector de admisión. Esto permite que parte de esos gases vuelvan a ser introducidos en los cilindros para dar lugar a un nuevo ciclo de combustión. Este sistema de reducción consigue disminuir notablemente las emisiones de hidrocarburos parcialmente quemados. - Catalizador.
Para cumplir con la normativa Euro 1 de 1992, los fabricantes instalaron este dispositivo en un tramo intermedio del tubo de escape. Su función es reducir y transformar los gases expulsados, con lo que se consigue una disminución de hasta un 98 %. Su funcionamiento se basa en una reacción catalítica. En ella, primero se convierte el NO2 en nitrógeno molecular (reducción) y, después, los hidrocarburos restantes y el CO se convierten en CO2 y agua (oxidación). Los modelos de combustión interna actuales incorporan dos catalizadores. - Mejoras mecánicas (Euro II, Euro III, Euro IV).
Entre los años 1992 y 2005, las sucesivas normativas impuestas exigieron mejoras en el catalizador. Además, dieron pie a que algunos fabricantes optaran por métodos que mejorarían el rendimiento de los motores. Entre ellos, se encuentran los sistemas de sobrealimentación (turbos y compresores) o las cajas de transmisión con más marchas. Más adelante, algunas marcas apostaron por motores más pequeños y eficientes. - Filtro anti-partículas (diésel).
Este filtro (FAP o DPF) apareció en respuesta a la exigencia de la normativa Euro 5 de 2009. Gracias a él, se rebajan las emisiones de benzopirenos (partículas sólidas de carbono en suspensión) originadas por las impurezas del diésel. Este sistema de reducción de emisiones puede localizarse en diferentes lugares. Se encuentra tras el catalizador o integrado en el mismo, y junto a la trampa NOx en el caso de los vehículos que la equipan. - Trampas NOx.
Cuando el motor produce gases de óxido de nitrógeno (NOx) en exceso, el catalizador no es capaz de eliminarlos en su totalidad. Por ello, a veces los fabricantes instalan trampas NOx, que atrapan estas moléculas nocivas y las neutralizan. - Sistema AdBlue.
La normativa Euro 6 puso en jaque a los motores diésel. Los fabricantes optaron por un sistema que potenciaba la reacción catalítica de las moléculas NOx gracias a la incorporación en el diésel de un componente. Este componente, que consiste en urea diluida en agua, es conocido por su nombre comercial: AdBlue. - Start-stop.
Se trata de un sistema de reducción de las emisiones contaminantes que detiene el motor de combustión cuando el vehículo se encuentra parado. - On-Board Fuel Consumption Meter (FCM).
La actual normativa Euro 6d ISC-FCM (del 1 de enero de 2021) exige una supervisión más precisa del consumo de combustible. Esto obliga a los fabricantes a incorporar medidores de consumo efectivo. Estos, a través de un software, calculan el consumo de combustible (en modelos de combustión) y energético (en los vehículos eléctricos). En el caso de los híbridos, se miden los dos valores a largo plazo.
Desde 1988, cuando se instauró la primera normativa Euro 0, el sector automotriz ha conseguido sacar al mercado vehículos mucho más limpios. Esto ha sido posible, esencialmente, gracias a los sistemas de reducción de emisiones que hemos descrito.
El futuro se presenta prometedor, medioambientalmente hablando, pero complejo desde el punto de vista del sector del automóvil. Aún no se conocen los límites que marcará la normativa Euro 7, que prevé su entrada en vigor para 2025. Sin embargo, sí está claro que será una normativa que dará un paso importante en el camino hacia la eliminación de los motores de combustión prevista para el año 2035. Por lo tanto, el desarrollo de tecnologías alternativas al diésel y la gasolina será crucial durante la próxima década para seguir la senda prevista.