El chapista o planchista es, entre otras cosas, un profesional que es capaz de arreglar un coche con múltiples abolladuras y dejarlo como nuevo. Es posiblemente uno de los arreglos más visibles, y desde que el sector del automóvil empezó a tener presencia en la sociedad, allá por los años 60, su labor se ha ido haciendo más importante. Hoy queremos hablarte de cómo han ido evolucionando las herramientas de chapista hasta el día de hoy. ¡Puede que te lleves alguna sorpresa!
Los primeros años: herramientas chapista más artesanales
Los primeros vehículos estaban fabricados en chapa de acero, es decir, era acero convencional o acero dulce. La reparación de esos vehículos era totalmente artesanal, y además los recambios eran muy escasos y caros, tardaban mucho tiempo en llegar al taller y esto complicaba las cosas.
Por eso, la tendencia era reparar utilizando planchas metálicas de acero. ¿Te habías preguntado alguna vez por qué en algunos sitios también se les llama planchistas?, es por este motivo. Para esta labor, utilizaban herramientas manuales como los tases, martillos y equipos autógenos de soldadura. Como muchas veces reparar un automóvil conllevaba cortes, aplastamientos y quemaduras, también comenzaron a adquirir relevancia los equipos de protección individual.
De lo artesanal a lo mecánico: la década de los 80
Es a partir de los años 80 cuando se desarrollan herramientas de chapista más evolucionadas. Uno de los grandes avances fue el dejar de lado los equipos de soldadura de oxiacetileno, ya que este tipo provoca un calentamiento en la chapa que afecta a todo el vehículo y es complicado ejercer un control cuidadoso sobre ella. Por tanto, se destierran estos equipos de soldadura y se incorpora la soldadura por puntos de resistencia, que se basa en el efecto Joule, que se produce cuando una corriente eléctrica pasa a través de un metal y lo calienta por la resistencia que presenta, y la soldadura MIG/MAG (de arco continuo), que produce un arco eléctrico entre el electrodo y las piezas a unir, que proporciona el calor necesario para fundir los metales.
Desterrando el tas y el martillo
Además de en la soldadura, también vemos una evolución en la reparación de paneles de plancha. Antes, las únicas herramientas de las que disponía un chapista a la hora de reparar la chapa era un martillo y un tas, que eliminan a base de golpes las diferentes irregularidades que presenta la chapa. El procedimiento de restablecimiento de la superficie mediante tas y martillo se realiza según dos técnicas fundamentales:
- Golpeteo sobre la sufridera o tas, la más sencilla. Los golpes tienden a expandir el material y pueden producir elevaciones sobre el nivel de la chapa. Cada vez que se golpea con el martillo sobre la chapa, el tas se separa un instante de la misma.
- Golpeteo fuera de la sufridera o tas: se emplea en deformaciones en las que existe una depresión entre dos elevaciones por encima del nivel de la chapa.
Estas herramientas de chapista son efectivas cuando podemos acceder sin problemas a la chapa a trabajar, pero si no tenemos acceso por la parte interior de la pieza no podemos introducir el tas. Si no queremos ponernos a desmontar, se puede utilizar una herramienta de chapista que ha facilitado mucho el trabajo de este tipo de profesional: el martillo de inercia.
En este sistema se usa la soldadura por resistencia eléctrica de una serie de arandelas metálicas, y con la ayuda de un martillo de inercia, el chapista tracciona sobre ellas y saca la chapa hacia el exterior, recuperando la forma deseada. Estas arandelas se sueldan en la parte más profunda de la chapa deformada y pueden emplearse de una en una o, en el caso de que la zona deformada sea amplia, soldar varias y actuar sobre todas ellas a la vez.
¿Qué te ha parecido este repaso por las herramientas de chapista a lo largo de la historia? ¿Has visto cómo hemos pasado de un modelo tradicional artesanal a herramientas mecánicas mucho más avanzadas? Si crees que nos hemos dejado algo o quieres aportar más a este repaso, no dudes en decírnoslo.