Dentro del proceso de reparación y pintado de un vehículo, la correcta aplicación del barniz o laca determinará en gran medida el aspecto final de la reparación y, por tanto, constituirá uno de los primeros aspectos que el cliente va a analizar cuando el vehículo le sea entregado.
Es verdad que el cliente puede no poseer conocimientos técnicos sobre pintado de vehículos, pero cualquier persona es capaz de apreciar una superficie barnizada de forma irregular o con falta de brillo. Es por ello que, al pintar un automóvil, el acabado y aspecto que presente la laca una vez seca va a determinar en gran medida la calidad de la reparación y, en consecuencia, la satisfacción del cliente.
A pesar de esta importancia, es necesario recalcar que cualquier capa de pintura, ya sea de fondo o de acabado, puede repercutir negativamente sobre la capa final de barniz, con lo cual no se debe obviar la significativa importancia de la preparación de fondos.
Los factores más significativos que pueden provocar una pérdida de brillo se explican a continuación.
1. Calidad o elección del producto inadecuados
La gama de barnices comercializadas es muy variada, de tal forma que existen lacas de gama baja, intermedia o alta. El uso de un barniz muy económico supone que el riesgo de bajada de brillo sea más acusado tras el secado. Además, estos barnices dejan una capa seca de menor micraje y son más sensibles a efectos climáticos adversos.
Por otro lado, también el uso de lacas en aerosol de 1K convencionales puede provocar las consecuencias señaladas, con lo cual su uso se debe limitar, en la medida de lo posible, a pequeños retoques o pintado de componentes auxiliares de pequeñas dimensiones.
2. Mal funcionamiento o limitaciones de los equipos de extracción
Las cabinas o plenums de pintura están diseñados para que en su interior exista una corriente de aire forzada que permita desplazar las nieblas que se generan durante el pintado. De esta manera no quedan en suspensión y se evita el riesgo de que se depositen en forma de fino velo sobre las capas de barniz aplicadas, hecho que le restaría brillo a la superficie.
Para evitar esto, es indispensable que el mantenimiento de la cabina se rija por un estricto control, es decir, que se controlen las horas efectivas de funcionamiento de la cabina, así como que se revise periódicamente el estado de los filtros. Una saturación excesiva de los mismos provoca que la corriente de aire pierda efectividad y, por tanto, se reduzca la capacidad de succión de la cabina frente las nieblas derivadas de la aplicación con pistola aerográfica.
Otro factor que puede provocar pérdida de brillo es la presencia de una excesiva humedad en la zona de pintado, motivo por el cual es recomendable realizar la aplicación en cabinas de pintura cerradas y estancas que posibiliten la regulación de la temperatura.
Si la aplicación se efectúa en plenum, es conveniente disponer de un higrómetro que indique los niveles de humedad en el aire para que, cuando sean excesivos, se pueda calentar el ambiente con infrarrojos o sistemas análogos.
3. Preparación de fondos inadecuada
Sin obviar la importancia de la limpieza y soplado del vehículo dentro de la preparación de fondos, el aspecto que resta brillo a la capa de laca es la aparición de rayas o rechupados.
Para evitar una bajada de brillo por estas circunstancias es necesario que las pinturas de fondo sean lijadas convenientemente una vez estén bien secas. Además, utilizar granos de lija inadecuados, no respetar la secuencia de lijado, o ejercer una excesiva presión de trabajo, son algunos de los motivos que provocan marcados o "rechupes" de las capas inferiores.
4. Mezcla y dosificación incorrecta de pinturas
Puesto que según la época del año los niveles de temperatura y humedad son unos u otros, es importante seleccionar el catalizador y/o diluyente que más se adecue a esta circunstancia para evitar una bajada de brillo.
Generalmente se dividen en catalizadores y diluyentes lentos para cuando la temperatura es alta en verano, en medios para cuando es más suave en primavera u otoño, y en rápidos para cuando es baja en invierno. Dependiendo de la marca de pinturas, dispondrá de catalizadores y diluyentes graduados, o solo de diluyentes.
Complementariamente, en ambientes muy calurosos se pueden utilizar retardantes específicos de secado o elastificantes (este producto ralentiza el secado de la pintura) para compensar las altas temperaturas.
En cualquier caso, siempre hay que seguir las indicaciones del fabricante reflejadas en las fichas técnicas en lo referido a catalizadores y diluyentes empleados para cada tipo de pintura y en lo concerniente a relaciones de mezcla.
5. Aplicación incorrecta de pinturas
En relación a la aplicación de la pintura, la pérdida de brillo puede ser consecuencia de una aplicación excesiva de capas. Un ejemplo claro de bajada de brillo por aplicación excesiva de producto, es el producido al pintar colores base agua con poca capacidad de cubrición.
Esto obliga al profesional del taller a dar demasiadas pasadas con el riesgo de que la pintura no seque convenientemente y, posteriormente, se produzca una condensación que le reste brillo al barniz. Para evitar este problema, es conveniente utilizar aparejos tintables, a poder ser con la tonalidad de gris más idónea al color en cuestión, y efectuar un buen secado de la base de color con la ayuda del infrarrojo o del sistema de elevación de temperatura de la cabina.
También es común que exista falta de brillo por no haber respetado los tiempos de evaporación entre manos. Por ejemplo, un tiempo de evaporación demasiado corto puede provocar la aparición de pequeños ampollamientos o velados.
Por último, es importante destacar que la aplicación de cualquier aparejo, color base o barniz exige que se sigan las normas básicas de aplicación de la pintura con el objetivo de evitar la aparición de una piel de naranja acusada o aplicaciones secas, especialmente en lo referido a distancia de aplicación, solapado entre manos y entre piezas contiguas, y velocidad de pintado.
6. Prácticas equivocadas
En ocasiones, las prisas en el taller hacen que se cometan actos que acaban por afectar a las capas de pinturas aplicadas. Un ejemplo de ello es la rapidez en sacar el vehículo de la cabina tras el proceso de secado.
Esta actuación supone un cambio brusco de temperatura, especialmente en invierno, que provoca un velado importante de la laca, restádole brillo de forma significativa. Para evitarlo, es conveniente dejar entornadas las puertas de la cabina para vehículos con el objetivo de que la temperatura del interior se vaya igualando con la del exterior.
Otro ejemplo de pérdida de brillo, es el provocado por efectuar tareas de corrección de defectos o de limpieza cuando el barniz no está del todo seco. Por ello, es conveniente que antes de corregir ningún defecto, la capa de barniz sea secada con un infrarrojo de onda corta. También es importante emplear los abrasivos y pulimentos adecuados a cada situación de trabajo.
Respecto a la limpieza, hay que evitar la limpieza con trapos que rayen la superficie o el papel. Del mismo modo, durante las dos semanas posteriores al pintado, no es conveniente lavar el coche en lavaderos con rodillos de cerdas agresivas.
7. Factores externos y climáticos
Factores externos o climáticos como los excrementos de ave, la salinidad del aire, la acumulación de suciedad y barro, los ácidos, etc. deterioran la capa de barniz generando pérdidas de brillo y, en algunos casos, destrucción de esta capa, con lo cual, siempre que se aprecie una mancha o un daño provocado por estos factores, se debe limpiar la superficie o buscar una solución para evitar que el daño vaya a más.
Conclusión final
El barniz es la capa de pintura que queda a la vista el cliente, con lo cual se debe hacer todo lo necesario para conseguir que su aspecto y brillo sea el óptimo. Para ello, utilizar productos de calidad, seguir las instrucciones del fabricante en lo referido a la mezcla de pinturas o efectuar unos procesos de reparación y aplicación adecuados son aspectos fundamentales que permiten la consecución de este objetivo.