En los últimos años, y más con la polémica generada por algún fabricante en cuanto a las emisiones de sus vehículos, tanto las marcas como los usuarios buscan nuevas alternativas energéticas más fiables y baratas para sus vehículos. Una de ellas es la instalación de sistemas de gas en los vehículos con motores de combustión.
Como ya sabemos, la mayoría de vehículos usan combustibles líquidos derivados del petróleo, ya sea gasolina o diésel. Sin embargo, cada vez se apuesta más por otras fuentes de energía alternativas, como puede ser la electricidad o, en menor medida, el hidrógeno (el Honda FCV es un buen ejemplo) o incluso la energía solar.
Otra de las alternativas a las que más se recurre en muchos países es la instalación de gasificadores en los motores de combustión. De hecho, casi 10 millones de vehículos en Europa ya los usan. Estos sistemas se pueden diferenciar en dos clases, según el gas empleado:
- GLP o gases licuados del petróleo: es un gas que se obtiene como resultado de la extracción de gas natural y petróleo, y tiene un alto grado de pureza. Está formado por una mezcla de hidrocarburos, principalmente propano y butano. Se guarda en depósitos de gas presurizados, con el objetivo de almacenar grandes cantidades en poco espacio y transportarlo con mayor facilidad.
- GNC o gas natural comprimido: es un gas inflamable con un alto porcentaje de metano. Se extrae de rocas sedimentarias porosas, normalmente a profundidades que oscilan entre los 3 y los 8 kilómetros.
Para la propulsión de un vehículo de motor es necesario llenar los depósitos de combustible con una mayor cantidad de gas natural, de manera que se acumule la energía necesaria para desplazar el vehículo. Por eso, el gas natural se comprime a una presión de hasta 200 bares.
El gas natural se divide, según el contenido de metano, en gas H (high) y gas L (low). Cuanto mayor contenido de metano tenga el gas natural, más valioso será energéticamente:
- Gas H: más potencia calorífica, contiene entre el 87,1 y el 98,0 % de metano.
- Gas L: menos potencia calorífica, contiene entre el 79,8 y el 87,0 % de metano.
El GLP es el más conocido, ya que cuenta con una serie de ventajas que le han permitido ir ganando adeptos. Por ejemplo, resulta más barato que la gasolina o el gasoil, y las emisiones son mucho menos contaminantes. Además, los vehículos con motores de combustión que instalan gasificadores no renuncian al otro sistema, sino que la gasolina y el GLP son compatibles, lo que aumenta la autonomía del vehículo.
Por otro lado, también hay que citar algunos inconvenientes, como la escasez de surtidores con este tipo de combustible, o la necesidad de adaptar el vehículo y realizar algunas modificaciones en el motor.
Modificaciones en el motor para instalar propulsión a gas
Los vehículos que llevan propulsión a gas pueden tener que realizar algunas modificaciones en sus motores. Por ejemplo, en los siguientes elementos:
- Pistones. Los pistones, normalmente de aluminio, se hacen
moldeados a presión. En la primera ranura del pistón se monta el anillo de
pistón con un acabado especial y oxidado anodicamente. Como resultado se
obtiene una resistencia elevada contra el desgaste. - Arbol de levas. Las levas suelen ser un poco más planas, así las válvulas cierran más lentamente y se reduce la carga mecánica.
- Válvulas. Las válvulas de admisión y escape se suelen acorazar y templar en los extremos de los vástagos aumentando así la resistencia contra el desgaste. Se mejoran también las juntas de los vástagos de las válvulas de escape para mejorar la lubricación.
- Inyectores. Los inyectores se deben modificar para mejorar la conductividad térmica, ya que cuando funciona con gasolina, las válvulas de inyección se refrigeran con la misma gasolina.
El mundo del motor evoluciona hacia el respeto del medio ambiente y la reducción del consumo de combustible. Cada vez más usuarios piden instalar gasificadores en sus coches con motor de combustión. Así que, ¡tienes que estar preparado para ello!