Un trabajador contento es un trabajador que rinde más. Un trabajador motivado contribuirá mucho más a la consecución de objetivos del taller. Al fin y al cabo, se busca que la productividad y los beneficios del taller alcancen altas cotas. Pero es difícil conseguir un taller productivo si los empleados están desmotivados, así que es recomendable ofrecerles incentivos para que realicen sus tareas más contentos e implicados.
Debe comprender que es parte de una estructura que camina hacia una meta: el buen funcionamiento y los buenos resultados. Y sentir que es partícipe de ello.
Para conseguir que el rendimiento de los empleados sea adecuado, debes crear un ambiente de trabajo positivo. Hay que conseguir que el trabajador se sienta feliz dentro del taller, eso mejorará sin duda su rendimiento. El buen trato parece una obviedad, pero en ocasiones puede pasar por alto. Felicitar por el trabajo bien hecho es tan simple como positivo y hace sentir al trabajador que su esfuerzo merece la pena. Los trabajadores no son máquinas, hay que exigirles, pero no todos los días son iguales.
Hay que hacerles sentir parte de la empresa. Darle responsabilidades y hacerle partícipe de algunas decisiones, esto generará ese sentimiento de ser importante dentro del taller. Cualquier empleado puede tener ideas que mejoren la buena marcha del taller, así que escuchar sus ideas es motivador y, a la vez, productivo.
Incentivar a los empleados del taller con una buena expectativa de futuro es un seguro de buen trabajo. Esa seguridad evita preocupaciones en el empleado y eso lo centra más en su trabajo.
Felicitar el trabajo excelente: incentivos
Igual que a los trabajadores acomodados o con bajo rendimiento se les debe exigir más, no es mala idea establecer una serie de incentivos a los empleados del taller que rindan óptimamente. Premiar a los trabajadores que alcancen las cifras de productividad que se haya fijado el taller es un buen recurso para que estos números se mantengan en los parámetros establecidos. Para ello puedes tener en cuenta dos variables a la hora de establecer incentivos por productividad:
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Objetivos comunes. Los incentivos van en función de los resultados globales del taller. Las primas y “premios” se otorgarán a partir del cumplimento de unos objetivos de productividad mínimos, por ejemplo horas trabajadas, número de revisiones realizadas, reparaciones bien hechas, satisfacción del cliente... Esto hará que todos los trabajadores se esfuercen en alcanzar la meta común. Y otorgárselo a los trabajadores que alcancen también unos mínimos individuales.
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Objetivos individuales. Desde número de reparaciones al día, a la semana o al mes, la puntualidad o la calidad de los trabajos. No se trata solo de que lo haga rápido, sino que lo haga bien.
Una vez establecidos los objetivos a los que se debe llegar, los incentivos a los trabajadores pueden ser:
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Económicos. La retribución económica que percibe es la mayor motivación que tiene un trabajador. Por ello, que además de su salario se le reconozca con extras su trabajo es una consideración a tener en cuenta. Esto ayudará a que el propio trabajador se exija más y supere los mínimos establecidos para que el taller sea productivo. Dentro de los resultados generales del taller, si un año la productividad ha sido excelente, los trabajadores deben notar en sus nóminas la mejora de resultados. Si ellos son parte esencial en los logros, han de ser parte en los beneficios. Así, el sueldo debe contemplar variables en función del rendimiento.
- Horarios. La conciliación laboral y familiar es unos de los grandes caballos de batalla de los trabajadores. Premiar con días libres o flexibilizar los horarios a aquellos empleados que lleguen a cotas de producción superiores a las establecidas es positivo. Dejar elegir los días de descanso o las vacaciones, siempre y cuando la productividad sea la adecuada, es otra motivación.
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