La reparación de neumáticos es una operación que debe realizarse cuidadosamente. El neumático es el único componente del vehículo que está en contacto directo con el pavimento, de ahí su importancia en lo referido al confort y la seguridad durante la conducción. Además, es el encargado de soportar todo el peso del vehículo y contribuye a mejorar el comportamiento de los sistemas de frenado, amortiguación, dirección y transmisión.
Por todo ello, el neumático de cualquier vehículo ligero o pesado debe ser reparado de forma inmediata cuando presente anomalías, siempre y cuando el daño sea susceptible de ello y se pueda garantizar que los niveles de seguridad tras la reparación son suficientes.
Criterios para determinar si el neumático es reparable
En primer lugar, es necesario valorar si la anomalía que presenta el neumático es reparable o no. Partiendo de esta premisa, hay que tener en cuenta que existen daños como la rotura, la deformación perimetral en el flanco o la presencia de bolsas de aire entre la goma y la lona de carcasa, entre otros, que son irreparables y obligatoriamente exigen la sustitución del neumático.
Una vez realizada esta primera valoración y tras haber determinado que la reparación del neumático es posible, es el momento de ver qué tipo de reparación admite el caso concreto. Existen estas dos opciones:
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Que el neumático presente un pinchazo. Los pinchazos se pueden reparar en cualquier tipo de goma, siempre y cuando la perforación no se sitúe sobre la nomenclatura del neumático, no tenga un diámetro superior a los 15 mm y/o el caucho no esté calificado con un código de velocidad elevado (a partir de códigos H, no se aconseja la reparación de neumáticos pinchados).
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Que el neumático no presente dibujo. Los neumáticos que se montan en vehículos pesados y algunos de tipo industrial pueden ser recauchutados y reesculturados para evitar la sustitución, ya que su coste es muy elevado. Este método de reparación no está homologado para neumáticos de turismos, motocicletas, etc.
Métodos genéricos de reparación de neumáticos pinchados
Los pinchazos se pueden reparar con carácter de urgencia y de forma temporal con alguno de los sistemas analizados en este artículo, o de forma permanente y homologada para circular de forma normal.
Los sistemas de reparación permanente y homologada de neumáticos pinchados ofrecen un sellado más efectivo y duradero del daño, lo cual garantiza la seguridad durante la conducción. Están homologados por los fabricantes y permiten conducir sin restricciones de velocidad.
Existen dos tipos de sistemas de reparación de neumáticos homologados: los realizados con parches PRP (parches de reparación perforación), también conocidos como parches de tipo “seta”, y los vulcanizados.
Antes de iniciar la reparación, es imprescindible colocarse guantes de protección mecánica y gafas de seguridad, verificar que el pinchazo es reparable y desmontar el neumático. Del mismo modo, tras finalizar la reparación, se ha de montar el neumático, inflarlo, equilibrarlo y comprobar que no existen fugas antes de montar la rueda.
1. Reparación de neumáticos con parche PRP
Este método de reparación de neumáticos es uno de los más recomendables, puesto que el parche dispone de un vástago que se introduce en el pinchazo y de una base que sella la superficie colindante interior del neumático, todo ello reforzado con un adhesivo específico.
El proceso que se debe seguir para reparar un pinchazo con este tipo de parche es el siguiente:
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Escoger el parche tipo “seta” que más se ajuste al diámetro del pinchazo.
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Agrandar el diámetro del pinchazo utilizando un taladro y una broca que se adecue al parche seleccionado.
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Sanear, lijar y cepillar la zona interior del neumático donde se vaya a colocar el parche. Para ello, emplear un disco de corindón o de raspas de tungsteno. En el caso de que el cliente haya utilizado el kit de espuma anteriormente mencionado, se debe eliminar cualquier resto de este producto.
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Soplar la superficie y desengrasar la zona con un limpiador específico que no agreda la goma.
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Aplicar el producto de adhesión sobre la zona de colocación del parche con la precaución de cubrir una extensión ligeramente superior al diámetro de la base del parche
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Desde cara interna del neumático, introducir el vástago del parche sobre el orificio.
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Tirar del extremo del vástago que sobresale por la cara externa del neumático.
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Presionar la base del parche con la certeza de que no quedan pliegues, bolsas de aire ni zonas abiertas en el borde del parche. Para ello, hay que emplear un rodillo de presión o útil similar.
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Cortar la parte sobrante del vástago que sobresale por la cara exterior del neumático.
2. Reparación de neumáticos con parche vulcanizado
Se trata de otro sistema que ofrece la posibilidad de reparar pinchazos de forma duradera. Los parches disponibles en el mercado se endurecen a través de un proceso de vulcanizado en frío (autovulcanizable) o con aporte térmico; se pueden combinar ambos sistemas para reparar ciertos daños.
A continuación se muestra un proceso genérico para efectuar este tipo de reparación de neumáticos:
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Lijar la zona sobre la que se va a colocar el parche por la cara interna (entre 100 mm y 150 mm alrededor del parche), y abrir y biselar los bordes del daño en la cara exterior empleando fresas rotativas y discos abrasivos. Con ambas acciones, la superficie de contacto aumenta y se garantiza su durabilidad. Si se utilizan insertos de goma prevulcanizados, el proceso de biselado se simplifica notablemente.
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Cepillar la zona para eliminar los restos de caucho limados.
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Limpiar y desengrasar la superficie de actuación.
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Aplicar el acelerante de unión sobre la zona lijada y la imprimación de tratamiento previo en la superficie biselada que posteriormente se va a rellenar con compuesto de goma.
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Elegir el tipo de parche que más convenga según la extensión del daño y el proceso de curado escogido (en frío o con calor).
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Colocar el parche en la cara interna de forma que cubra la zona lijada y quede centrado respecto al daño.
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Presionar el parche con un rodillo de presión para eliminar bolsas de aire y asegurar el máximo contacto posible.
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Aplicar el compuesto de goma vulcanizante sobre la zona biselada y presionarla con el rodillo de presión para sellar convenientemente la junta existente entre neumático y parche.
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Rellenar el resto del daño con el compuesto de goma vulcanizante, darle forma para igualar la superficie, presionar con el rodillo y colocar film de protección (solo para vulcanización en caliente).
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Si se han empleado parches de vulcanización en caliente, colocar el neumático sobre el equipo de vulcanizado y posicionar la plancha de calor sobre el parche de forma que genere una presión uniforme.
En ese momento, hay que esperar a que el parche vulcanice y apagar la plancha sin retirar la presión hasta que el conjunto se enfríe.
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Aplicar adhesivo sellador a lo largo de todo el perímetro del parche con el objetivo de sellar la unión.
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Igualar la superficie del neumático a través del lijado de la zona.
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Reesculturar el dibujo por la cara exterior del neumático si fuese necesario.
3. Recauchutado y reesculturado de neumáticos
El recauchutado permite restituir la banda de rodadura del neumático a través de un proceso de vulcanización en frío o en caliente. Por el contrario, el reesculturado posibilita que el dibujo del neumático sea reproducido cuando este presenta desgaste o ha sido reparado.
Ambas operaciones son casi exclusivas de vehículos industriales pesados y se efectúan para aumentar el rendimiento de los neumáticos y reducir el alto coste que ocasiona un cambio de los mismos.
Conclusión
Existen múltiples sistemas o métodos para la reparación de neumáticos. Cada uno tiene unas características concretas que el profesional del taller ha de conocer para efectuar reparaciones de calidad que cumplan con los estándares de seguridad. Solo de esta forma, la reparación de un neumático es viable.