Potencia, fiabilidad o durabilidad son algunas de las principales características que debe tener un buen motor de coche. A lo largo de los años, diversos motores han supuesto un punto y aparte dentro del sector de la automoción ofreciendo grandes avances y marcando la pauta a seguir para otros fabricantes. A continuación, te mostramos algunos de los motores de coche más revolucionarios de la historia (sin contar propulsores pensados para competición).
El primer motor de combustión interna
A finales del siglo XVIII algunos visionarios comenzaron a fabricar vehículos propulsados a vapor. Sin embargo, a partir de mediados del siglo XIX se empezó a experimentar con motores de combustión interna a gasolina. El primer vehículo que utilizó un propulsor de este tipo se atribuye a Karl Benz, quien lo montó en su modelo Benz Patent Motorwagen (1886). Este motor es clave en el desarrollo de la historia del automóvil, ya que permitía entregar la misma potencia con menor consumo y ocupaba mucho menos espacio.
En la actualidad, los motores de combustión interna más comunes son los motores con cilindros en línea (en especial con 4 cilindros) o en "V", (6, 8, 10 o incluso 12 cilindros).
El motor Bóxer
Se trata de otro motor patentado por Karl Benz en 1897, aunque ya se tienen noticias de un motor similar dos años antes, fabricado por De Dion-Bouton. Se trata de un motor que tiene los cilindros opuestos, en los que la biela comparte una misma muñequilla en el cigüeñal. Esto provoca que, al contrario que los motores en "V", los pistones se acerquen al eje del cigüeñal de forma simultánea y no alternativa.
Se trata de un motor más efectivo pero también más caro de fabricar. Es un motor más plano, con un centro de gravedad más bajo, pero también con mayor anchura. Se ha utilizado tanto en coches, como en motos o aviones. Algunas de las marcas más representativas que han llevado (o llevan) este motor son Porsche, Subaru y BMW en el caso de las motos (motor bóxer bicilíndrico revolucionario).
En este vídeo se puede ver cómo funciona el motor bóxer de Subaru:
El motor rotativo
El motor rotativo tiene sus primeros prototipos a finales del siglo XIX, de hecho existe una patente de este tipo de motor para automóvil de 1894. Sin embargo, los motores rotativos fueron usados principalmente por los aviones de la 1ª Guerra Mundial. Se trata de un motor en el que el eje del cigüeñal permanece fijo mientras el bloque de cilindros gira a su alrededor. Es similar al motor radial, pero en éste último el eje del cigüeñal gira con el resto de componentes.
Con el tiempo, hubo evoluciones de este motor que intentaron penetrar en el mundo de la automoción, como el motor Wankel, que fue utilizado por primera vez en el NSU Spider en la década de los 60. No alcanzó el éxito esperado, a pesar de haber formado parte de modelos tan emblemáticos como el Mazda RX-7 y RX-8.
La irrupción de los diésel
Los motores diésel deben su nombre al ingeniero alemán Rudolf Diésel, quien estudió durante años una alternativa a los motores de gasolina hasta que en 1893 dio con una solución a base del llamado aceite liviano, el mismo que se usaba en la época para el alumbrado público. Los datos sobre el primer automóvil de producción en serie que llevó un motor diésel varían según la fuente consultada, aunque la mayoría coinciden en señalar al Mercedes-Benz 260 D (1936) como el primer vehículo diésel en ser comercializado con éxito, avalado por la Alemania nazi.
Ford V8: producción masiva
Este motor es uno de los primeros en ser fabricados de forma masiva para diferentes vehículos. Fue el propulsor de los coches de la marca estadounidense desde el año 1935 hasta principios de los años 50. Estos motores fueron utilizados también en los albores de la aviación, y también se abrió una línea de producción de motores V8 para camiones y vehículos pesados.
Ferrari y los V12
En 1946 Ferrari sacó al mercado el Ferrari 125, el primer coche con un motor V12. A partir de ese momento, se convirtió en un rasgo característico de los motores de la marca italiana, desde el 275 GTB hasta el Testarossa pasando por el LaFerrari. El primer motor V12 contaba con 1.496 cc y entregaba una potencia de 72 CV.
El motor V12 de Ferrari también ha pasado a la historia de la Fórmula 1, como uno de los más potentes y con mejor sonido. En este vídeo podemos ver cómo sonaba el Ferrari 412T2 de 1995, la última temporada en que se utilizaron los V12 en la Fórmula 1.
Motor de inyección directa
Hoy en día las siglas TDI nos suenan a todos, pero en su momento este motor con sistema de inyección directa fue toda una revolución. Este propulsor permitió a los modelos diésel equiparar las prestaciones con los modelos de gasolina, disminuyendo aún más el consumo. El primer modelo diésel que lo montó fue un Fiat Croma TDiD, pero fue realmente Audi la que popularizó este motor en su Audi 100 2.5 TDI. Desde ese momento, todas las marcas comenzaron a incluir siglas similares en sus modelos (TDI, GTI, GT, HDI, etc).
Cabe destacar que la inyección directa ya fue utilizada a principios de siglo en aviación, y durante la década de los 50 en modelos de gasolina como el Gutbrod Superior.
Motores híbridos
Se les llama motores híbridos a los que combinan un motor térmico con otro propulsor eléctrico alternativo o de apoyo. Este motor eléctrico aprovecha la energía liberada en frenadas por ejemplo, para cargar una batería que sirve para proporcionar energía de apoyo al motor térmico. Es un motor que ofrece buen rendimiento, un consumo alrededor de un 30% menor y reduce notablemente las amisiones de gases. Uno de los modelos más conocidos de motorización híbrida es el Toyota Prius.
Koenigsegg Regera, máxima potencia sin cambio de marchas
El nuevo hypercar de Koenigsegg incluye el clásico motor 5.0 V8 Biturbo característico de la marca sueca, pero además incluye otros tres motores eléctricos de apoyo que le confieren un total de 1.510 CV de potencia. Pero lo más increíble de todo es cómo Koenigsegg ha logrado que estos motores se complementen para que el coche no necesite cambiar de marchas. Se trata de un sistema denominado Koenigsegg Direct Drive a través del cual, mediante una compleja gestión electrónica de cada uno de los motores, se entrega la potencia necesaria para que no sea necesario cambiar de marcha.
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